Después de haber pasado de ellas hasta ahora, ya ha llegado el momento de meter mano a las estructuras subterráneas externas a la Domus. Antes de comenzar la escalada hacia la primera planta, con todo lo que conlleva (arcos del pórtico, escaleras y bóvedas, entre otras cosas), me gustaría ver terminadas las vías públicas que corren a los dos lados del edificio: en el frente una calle con una ligera pendiente, adoquinada y practicable por los carros, bajo la cual fluye un pequeño río embovedado; en la parte lateral, una cuesta estrecha y empinada parcialmente cubierta por escaleras, que alcanza la entrada secundaria superando el perímetro exterior de la torre.
A pesar de que haya pasado mucho tiempo desde que imaginé por primera vez estas vías y el relleno del subsuelo, me voy a enfrentar a un trabajo todavía lleno de incógnitas, sobre todo por la falta de pruebas dignas de ese nombre.
Demos un salto hacia atrás de un par de años para ver cuáles son estas pruebas.
Mi intención fue desde el principio la de hacer un relleno bastante grosero utilizando tablas de madera que una vez eliminadas dejaran a la vista los materiales de los cuales está compuesto el suelo: piedras, arena, cemento u otras cosas. Mi gran duda era sobre la resistencia de este relleno, ya que si el material es demasiado frágil podría romperse en los bordes soltando continuamente residuos que harían difícil su limpieza y conservación. Por esta razón llevé a cabo un primer test usando cola en la mezcla.
El resultado no me convenció. La cola en tan grande cantidad tardó mucho en secarse y no perdió del todo su color blanquecino. Al día siguiente la única parte seca era la superficie expuesta al aire, mientras que el resto del bloque quedaba blandito y facilmente deformable. Además la cola tiende a retirarse y esto podría alterar la estructura de forma imprevisible.
Usando solo cemento en lugar de cola el resultado sería seguramente más resistente, pero quería evitar que el subsuelo tomara el mismo color gris de la base para dejar claro que se trata del terreno natural.
Así que decidí mezclar el cemento con una tierra mixta a gravilla que recogí junto a un camino de tierra pisada, añadiendo al compuesto un poco de cola líquida diluida.
El bloque de prueba quedó duro y resistente y tomó un discreto color beige, aunque en las superficies no se vea ningún rastro de gravilla...
Volvamos al presente.
Sobre la base de estas pruebas decido seguir adelante con tierra y cemento, y por eso monto el encofrado de madera que me permitirá echar la mezcla directamente a contacto con los muros.
Para dar mejor agarre al cemento provecho algunos recovecos y fisuras entre las piedras para insertar algunos tornillos y alambre. Esta armadura impedirá que con el tiempo el callejón colapse despegándose del resto de la construcción.
El molde de madera muestra algunos pernos que me servirán para abrir unos agujeros en el bloque de hormigón (desvelaré su utilidad más adelante - mucho más adelante) y un tubo metálico a través del cual pasará una de las bombillas led que iluminan el sótano.
Voy echando la mezcla dentro del encofrado y espero con (im)paciencia que se seque para ver si el resultado de mi trabajo me convence a seguir de esta manera o si hace falta estudiar otro método.
Vale. Hace falta estudiar otro método.
Me tomo un momento de pausa y espero que se me encienda una bombilla en la cabeza con una idea fulgurante que me ayude a superar este fracaso.
Cuando por fin veo la luz, las ganas de ver hecho realidad lo que he imaginado es incontenible.
Ya entendí cual era mi error: quería rellenar de la noche a la mañana el subsuelo para proceder rapidamente con el acabado de los callejones, olvidando que no es así que funciona en la Domus. Todo rincón tiene una razón de ser. Toda superficie, por pequeña que sea, presenta unas potencialidades que deben ser estudiadas y llevadas a maduración.
En este caso concreto, el subsuelo puede ofrecer mucho más que una simple pared marrón con unas cuantas grietas, y poco importa si para terminar el trabajo tardaré más de lo que había previsto.
Con lápiz y papel voy esbozando las que serán las características básicas del subsuelo. Las superficies laterales quedarán totalmente forradas por losetas de pizarra, salvo en los puntos donde se abren el pasillo subterráneo y el río (del cual ya desde hace tiempo he realizado el lecho).
Además habrá otra abertura circular desde la cual será posible observar parte de un ambiente subterráneo. Aquí podré jugar con la fantasía, y las hipótesis no faltan: ¿Estructuras de época romana? ¿Una habitación secreta? ¿Estratificación de materiales y restos humanos?
¿Qué se esconde bajo la Domus?
MATERIALES:
cola blanca, guijarros de playa, cemento rápido, tierra, gravilla, alambre inoxidable, tornillos de acero, tubo de aluminio
HERRAMIENTAS:
tenazas, pinzas, cazuela, espátula, paleta, madera
MEDIDAS (en cm):
A pesar de que haya pasado mucho tiempo desde que imaginé por primera vez estas vías y el relleno del subsuelo, me voy a enfrentar a un trabajo todavía lleno de incógnitas, sobre todo por la falta de pruebas dignas de ese nombre.
Demos un salto hacia atrás de un par de años para ver cuáles son estas pruebas.
Mi intención fue desde el principio la de hacer un relleno bastante grosero utilizando tablas de madera que una vez eliminadas dejaran a la vista los materiales de los cuales está compuesto el suelo: piedras, arena, cemento u otras cosas. Mi gran duda era sobre la resistencia de este relleno, ya que si el material es demasiado frágil podría romperse en los bordes soltando continuamente residuos que harían difícil su limpieza y conservación. Por esta razón llevé a cabo un primer test usando cola en la mezcla.
El resultado no me convenció. La cola en tan grande cantidad tardó mucho en secarse y no perdió del todo su color blanquecino. Al día siguiente la única parte seca era la superficie expuesta al aire, mientras que el resto del bloque quedaba blandito y facilmente deformable. Además la cola tiende a retirarse y esto podría alterar la estructura de forma imprevisible.
Usando solo cemento en lugar de cola el resultado sería seguramente más resistente, pero quería evitar que el subsuelo tomara el mismo color gris de la base para dejar claro que se trata del terreno natural.
Así que decidí mezclar el cemento con una tierra mixta a gravilla que recogí junto a un camino de tierra pisada, añadiendo al compuesto un poco de cola líquida diluida.
El bloque de prueba quedó duro y resistente y tomó un discreto color beige, aunque en las superficies no se vea ningún rastro de gravilla...
Volvamos al presente.
Sobre la base de estas pruebas decido seguir adelante con tierra y cemento, y por eso monto el encofrado de madera que me permitirá echar la mezcla directamente a contacto con los muros.
Para dar mejor agarre al cemento provecho algunos recovecos y fisuras entre las piedras para insertar algunos tornillos y alambre. Esta armadura impedirá que con el tiempo el callejón colapse despegándose del resto de la construcción.
El molde de madera muestra algunos pernos que me servirán para abrir unos agujeros en el bloque de hormigón (desvelaré su utilidad más adelante - mucho más adelante) y un tubo metálico a través del cual pasará una de las bombillas led que iluminan el sótano.
Voy echando la mezcla dentro del encofrado y espero con (im)paciencia que se seque para ver si el resultado de mi trabajo me convence a seguir de esta manera o si hace falta estudiar otro método.
Vale. Hace falta estudiar otro método.
Me tomo un momento de pausa y espero que se me encienda una bombilla en la cabeza con una idea fulgurante que me ayude a superar este fracaso.
Cuando por fin veo la luz, las ganas de ver hecho realidad lo que he imaginado es incontenible.
Ya entendí cual era mi error: quería rellenar de la noche a la mañana el subsuelo para proceder rapidamente con el acabado de los callejones, olvidando que no es así que funciona en la Domus. Todo rincón tiene una razón de ser. Toda superficie, por pequeña que sea, presenta unas potencialidades que deben ser estudiadas y llevadas a maduración.
En este caso concreto, el subsuelo puede ofrecer mucho más que una simple pared marrón con unas cuantas grietas, y poco importa si para terminar el trabajo tardaré más de lo que había previsto.
Con lápiz y papel voy esbozando las que serán las características básicas del subsuelo. Las superficies laterales quedarán totalmente forradas por losetas de pizarra, salvo en los puntos donde se abren el pasillo subterráneo y el río (del cual ya desde hace tiempo he realizado el lecho).
Además habrá otra abertura circular desde la cual será posible observar parte de un ambiente subterráneo. Aquí podré jugar con la fantasía, y las hipótesis no faltan: ¿Estructuras de época romana? ¿Una habitación secreta? ¿Estratificación de materiales y restos humanos?
¿Qué se esconde bajo la Domus?
(continuará...)
MATERIALES:
cola blanca, guijarros de playa, cemento rápido, tierra, gravilla, alambre inoxidable, tornillos de acero, tubo de aluminio
HERRAMIENTAS:
tenazas, pinzas, cazuela, espátula, paleta, madera
MEDIDAS (en cm):
28 x 3,8
2 comments:
Hi, I'm so happy I found your project. Each post brings me joy and inspiration. One question if I may, What are the black bricks made from?
It's gray slate, a stone often used to roof houses and easy to cut.
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