En este segundo post dedicado a la pavimentación del fondaco describiré la puesta en obra de los ladrillos dentro de los cuadrados obtenidos durante la primera sesión con las losetas de pizarra.
La disposición será la de opus spicatum (espina de pez) ya utilizada en la cantina.
Cada recuadro mide poco menos de 6 centímetros, así que se trata de espacios reducidos y de forma regular. El único que podría presentar más dificultades es el que contiene la trampilla. De hecho, aunque precise de un número más limitado de ladrillos, éstos deberán ir colocados según la misma disposición en espina de pez.
Empezaré el trabajo por aquí.
La disposición será la de opus spicatum (espina de pez) ya utilizada en la cantina.
Cada recuadro mide poco menos de 6 centímetros, así que se trata de espacios reducidos y de forma regular. El único que podría presentar más dificultades es el que contiene la trampilla. De hecho, aunque precise de un número más limitado de ladrillos, éstos deberán ir colocados según la misma disposición en espina de pez.
Empezaré el trabajo por aquí.
A pesar de algunos errores en la puesta de los ladrillos, que en un par de ocasiones me obligan a remover las piezas ya colocadas, consigo terminar este primer recuadro en un tiempo más o menos breve.
Paso directamente al segundo dejando el acabado de los bordes para la siguiente fase y permitiendo así que la cola agarre bien incluso a las piezas más externas.
Paso directamente al segundo dejando el acabado de los bordes para la siguiente fase y permitiendo así que la cola agarre bien incluso a las piezas más externas.
El segundo recuadro no presenta problemas, como tampoco el tercero. Pero es hora de hacer una pausa...
Ésto me da la ocasión de mostrar las reales proporciones de la Domus, que al lado de la taza de café parece aún más pequeña.
Ésto me da la ocasión de mostrar las reales proporciones de la Domus, que al lado de la taza de café parece aún más pequeña.
Fin de la pausa. Termino el último recuadro y con él el suelo del fondaco, al cual ahora tan sólo faltan los acabados rituales: pulido, relleno de juntas y barnizado.
Para lo primero trabajo con medios manuales como también eléctricos, según el caso. Empiezo con el Dremel y un disco de papel de lija recortado a medida.
Una vez que las irregularidades más grandes han sido eliminadas, paso al pulido manual hasta alcanzar el nivel de las losetas de piedra. En este proceso resulta inevitable volver a arañar la pizarra, pero consigo remediar utilizando un papel de lija más fino, esta vez sobre toda la superficie indistintamente. Esta es precisamente la razón por la cual sigo sin colocar la base de la columna, que de estar pegada dificultaría las operaciones de pulido.
Una vez que las irregularidades más grandes han sido eliminadas, paso al pulido manual hasta alcanzar el nivel de las losetas de piedra. En este proceso resulta inevitable volver a arañar la pizarra, pero consigo remediar utilizando un papel de lija más fino, esta vez sobre toda la superficie indistintamente. Esta es precisamente la razón por la cual sigo sin colocar la base de la columna, que de estar pegada dificultaría las operaciones de pulido.
Después de frotar con fuerza la superficie en todas direcciones, elimino el polvo con un pincel y puedo por fin comprobar que el suelo resulta liso y uniforme.
Pero ya hace falta otra pausa, esta vez un poco más larga que la anterior. De hecho, antes de terminar del todo el suelo tendré que encargarme de unas cositas que he dejado atrás...
ladrillos de Das, cola blanca
HERRAMIENTAS:
pinzas, papel de lija grueso y fino, lijas para metales, pincel seco, Dremel 300 con disco abrasivo y eje flexible
MEDIDAS (en cm):
ladrillos: 0,3 x 0,8
recuadros: 5,7 x 5,7
perímetro fondaco: 13,4 x 17,5
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