Como expliqué en la primera parte, la idea de hacer una talla religiosa nace principalmente de la búsqueda de algo para insertar en la hornacina de la entrada. Sin embargo hay también una razón más "técnica" que me lleva a esta elección: desde hace tiempo estoy estudiando la posibilidad de realizar algún elemento dorado, posiblemente siguiendo la técnica tradicional del dorado con hoja de oro.
Podría parecer algo excesivo, al fin y al cabo estamos hablando de elementos accesorios y un tratamiento de este tipo complicaría inutilmente el trabajo. En realidad por mi parte se trata simplemente del intento de aprovechar la relación con una persona que se dedica a esta actividad de toda la vida y que estaría dispuesta a participar en mi proyecto (aunque nunca lo haya visto).
En el fondo estoy convencido de que las cosas no ocurran nunca por casualidad y que nosotros mismos "llamamos" las situaciones en las cuales nos encontramos, sean estas buenas o malas. Es nuestra responsabilidad aprovecharlas de la mejor manera.
Bueno, dejemos a un lado la filosofía y volvamos a lo nuestro.
Dentro de una domus medieval no son muchos los elementos que se pueden prestar a ser dorados: nada de marcos, espejos, decoraciones lujosas... sería muy diferente si estuviera construyendo una iglesia o un edificio barroco, pero no es este el caso.
Pero las imágenes sagradas presentan a menudo partes doradas, cuyo material precioso añade valor económico e impacto emocional a la obra.
Mi Virgen con niño ya está lista para ser acabada con el color, así que empezaré por e dorado de la capa.
Aunque tenga a disposición algunas hojas de oro (que trataré de utilizar en futuro) me decido por un dorado menos tradicional que pueda realizarse con el pincel.
Me volverá útil un poco de purpurina que me dejó Manolo "el dorador" de su taller, mezclando una pequeña cantidad de polvo con unas gotas de alcohol.
La aplicación de la capa dorada es cosa de pocos segundos. La superficie que debo barnizar es tan pequeña que ahora mi intención inicial de llevarla a cabo con hoja de oro me resulta casi ridícula.
Una vez seca la purpurina es el turno del color a tempera: azul para la ropa de la Virgen, rojo para la del niño, luego un rosa diluido para las caras (que se vuelve moreno en la madera) y unos toques de negro en algunos puntos.
En un primer momento repaso con un rotulador negro también la corona para rebajar su perfil, pero posteriormente eliminaré este retoque.
Por lo que se refiere a las caras, no me atrevo a dibujar los rasgos, que a este tamaño podrían resultar grotescos. El ojo no necesita tantos detalles, para poder visualizar una cara son suficientes dos puntitos en lugar de los ojos.
Añadiré una última consideración que nada tiene que ver con la realización de la figura (¿o quizás sí?): el buen Costantinus, que ya desde hace tiempo sufre de graves trastornos de personalidad, además de afirmar que ve la Virgen y oye su voz, hace unos días que no se presenta al trabajo.
Después de preguntar a sus compañeros, que no estuvieron en grado de decirme nada que ya no supiera, fui a mirar las grabaciones de las cámaras de la última semana y ésto fue lo que encontré:
No tengo ni idea de qué es ese aparato, pero sin duda no se trata de la Virgen María. De momento no hablaré del tema con nadie, ni mucho menos con la señora de la casa. Si sospechara aunque solo por un instante que la obra pueda estar bajo la influencia del Maligno, sería capaz de mandar a la mierda el proyecto, y a estas alturas preferiría evitarlo...
MATERIALES:
purpurina, temperas, rotulador negro
HERRAMIENTAS:
pinzas, pincel
MEDIDAS (en cm):
Podría parecer algo excesivo, al fin y al cabo estamos hablando de elementos accesorios y un tratamiento de este tipo complicaría inutilmente el trabajo. En realidad por mi parte se trata simplemente del intento de aprovechar la relación con una persona que se dedica a esta actividad de toda la vida y que estaría dispuesta a participar en mi proyecto (aunque nunca lo haya visto).
En el fondo estoy convencido de que las cosas no ocurran nunca por casualidad y que nosotros mismos "llamamos" las situaciones en las cuales nos encontramos, sean estas buenas o malas. Es nuestra responsabilidad aprovecharlas de la mejor manera.
Bueno, dejemos a un lado la filosofía y volvamos a lo nuestro.
Dentro de una domus medieval no son muchos los elementos que se pueden prestar a ser dorados: nada de marcos, espejos, decoraciones lujosas... sería muy diferente si estuviera construyendo una iglesia o un edificio barroco, pero no es este el caso.
Pero las imágenes sagradas presentan a menudo partes doradas, cuyo material precioso añade valor económico e impacto emocional a la obra.
Mi Virgen con niño ya está lista para ser acabada con el color, así que empezaré por e dorado de la capa.
Aunque tenga a disposición algunas hojas de oro (que trataré de utilizar en futuro) me decido por un dorado menos tradicional que pueda realizarse con el pincel.
Me volverá útil un poco de purpurina que me dejó Manolo "el dorador" de su taller, mezclando una pequeña cantidad de polvo con unas gotas de alcohol.
La aplicación de la capa dorada es cosa de pocos segundos. La superficie que debo barnizar es tan pequeña que ahora mi intención inicial de llevarla a cabo con hoja de oro me resulta casi ridícula.
Una vez seca la purpurina es el turno del color a tempera: azul para la ropa de la Virgen, rojo para la del niño, luego un rosa diluido para las caras (que se vuelve moreno en la madera) y unos toques de negro en algunos puntos.
En un primer momento repaso con un rotulador negro también la corona para rebajar su perfil, pero posteriormente eliminaré este retoque.
Por lo que se refiere a las caras, no me atrevo a dibujar los rasgos, que a este tamaño podrían resultar grotescos. El ojo no necesita tantos detalles, para poder visualizar una cara son suficientes dos puntitos en lugar de los ojos.
Añadiré una última consideración que nada tiene que ver con la realización de la figura (¿o quizás sí?): el buen Costantinus, que ya desde hace tiempo sufre de graves trastornos de personalidad, además de afirmar que ve la Virgen y oye su voz, hace unos días que no se presenta al trabajo.
Después de preguntar a sus compañeros, que no estuvieron en grado de decirme nada que ya no supiera, fui a mirar las grabaciones de las cámaras de la última semana y ésto fue lo que encontré:
No tengo ni idea de qué es ese aparato, pero sin duda no se trata de la Virgen María. De momento no hablaré del tema con nadie, ni mucho menos con la señora de la casa. Si sospechara aunque solo por un instante que la obra pueda estar bajo la influencia del Maligno, sería capaz de mandar a la mierda el proyecto, y a estas alturas preferiría evitarlo...
MATERIALES:
purpurina, temperas, rotulador negro
HERRAMIENTAS:
pinzas, pincel
MEDIDAS (en cm):
altura (incluyendo la corona): 1,9
base: 0,5 x 0,6
base: 0,5 x 0,6