Construcción 38: La despensa

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Hace un año exacto, en unos puestos de Navidad, compraba unos accesorios que sabía me servirían para decorar el interior de la Domus.
Algunos de ellos ya los usé, por ejemplo los toneles para el vino. Otros aún esperan su momento encerrados en las bolsitas.
Entre éstos se encuentran una serie de ánforas de terracotta que había seleccionado con mucha atención entre las que estaban espuestas. De hecho, la mayoría de las miniaturas a la venta presentaban medidas incompatibles con los de la Domus, siendo ésta realizada a escala de 1:50. Todo es mucho más pequeño de lo que parece en las fotos, y quien ha tenido la oportunidad de verla en vivo ha quedado sorprendido por su reducido tamaño.

Pero a lo que iba, he seleccionado algunas ánforas de diferentes formas con la idea de crear un rincón despensa en el sótano. Aquí, lejos de la luz y de las temperaturas externas, se pueden almacenar los alimentos de la casa u otros productos destinados al comercio (no olvidemos que nos encontramos en una ciudad de mar y que los dueños seguramente llevan alguna actividad comercial y quizás posean sus propios navíos).

Tras haber elegido cual sería en rincón más adecuado, hice algunas pruebas y cogido por el entusiasmo disparé varias fotos. Ahí van las mejores:


Como ya dije sólo se trata de pruebas y la estructura de la cantina todavía aparece incompleta, pero la luz era realmente irrepetible y decidí publicarlas igualmente.
Pero ahora vayamos a ver la efectiva construcción de la despensa.

Primero hay que crear las tapaderas para las ánforas, y opto por el uso de materiales distintos para los dos diferentes modelos. Los jarrones grandes serán cerradas por tapaderas redondas hechas con el Das, usando recortes de material seco, mientras las ánforas pequeñas tendrán verdaderos tapones de corcho.


Luego, con el cañamo ya usado para la celda, cubro la porción de suelo en la que pondré las ánforas, esta vez colocadas en la clásica disposición que se usaba antiguamente en los barcos para ahorrar espacio.


El trabajo parece ya terminado, pero en realidad lo más difícil comienza ahora.
Dentro de la Domus mingún elemento puede quedar suelto, ya que en caso de golpes o transportes, una vez que la estructura esté cerrada, sería imposible remediar a cualquier desperfecto.
Así que las ánforas deberán ser pegadas una a una, cuidando que la cola quede oculta. Los principales puntos de observación para ver la despensa son el tercer arco de la pared de fondo y el túnel subterráneo. Sin embargo, ese rincón será parcialmente visible también desde otras aperturas, incluída la ventana con rejas.


Tras haberlas apartado sin alterar su posición, vuelvo a colocar las jarras echando gotas de cola en las partes menos visibles y limpiando los excesos. Para asegurarme que la composición quede bien fija echo también un poco de cola spray, obteniendo un accidental efecto telaraña.
Su duración es muy limitada, pero resulta interesante y me da tiempo de hacer algunas fotos.



A estas alturas ya creo que la obra esté terminada y estoy a punto de dedicarme a otro elemento, pero un movimiento fugaz llama mi atención hacia las ánforas... Me acerco a la puerta lateral para echar un vistazo al interior, y ésto es lo que veo:


Debería imaginarlo. ¿Cómo podría pasar desapercibida una despensa tan rica en un edificio aún sin terminar? De algún modo tendré que solucionar todo ésto.
Si por lo menos hubiera algún gato por aquí...



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