En el post anterior describí como, juntando entre ellos arcos y bóvedas, pude corregir las imprecisiones y convertir el embovedado en una única pieza.
A pesar de mi intento de ser lo más preciso posible, aún queda muy evidente el corte entre los muros y las bóvedas que apoyan encima de ellos.
Ahora ya es imposible actuar desde el interior. La única forma para corregir las juntas es trabajar sobre las paredes antes del montaje final.
A pesar de mi intento de ser lo más preciso posible, aún queda muy evidente el corte entre los muros y las bóvedas que apoyan encima de ellos.
Ahora ya es imposible actuar desde el interior. La única forma para corregir las juntas es trabajar sobre las paredes antes del montaje final.
Una primera prueba con el uso del cemento se revela un fracaso. Sólo se trata de una lechada un poco más espesa, y una vez seca resulta imposible de lijar sin que se haga polvo.
Entonces me doy cuenta de que si en vez del cemento usase el das (el material del que están hechos los ladrillos), podría moldearlo a mi antojo, creando una unión perfecta entre las dos partes.
Entonces me doy cuenta de que si en vez del cemento usase el das (el material del que están hechos los ladrillos), podría moldearlo a mi antojo, creando una unión perfecta entre las dos partes.
Se trata por supuesto de un método que no refleja las técnicas constructivas reales, pero es el único sistema que he podido imaginar para acabar la estructura sin recurrir al rayo miniaturizador del Doctor Cyclops.
Antes de empezar, voy humedeciendo con el pincel las partes sobre las cuales tendré que aplicar el das. Luego recorto unos cachos del paquete recién abierto y los enrollo hasta formar unos gusanitos igual de largos que los arcos. Hay que trabajar bastante rápido para evitar que el das se seque demasiado pronto, pero no importa si el muro se ensucia un poco. Cuando esté seco, el das será fácil de limpiar, además es preferible exceder un poco con el material para que éste llene bien todos los huecos.
Una vez que los rollitos se han adherido a los arcos, vuelvo a colocar el embovedado ejerciendo una cierta presión para que el relleno vaya asumiendo el perfil de las dos piezas. Los excesos de material sobresalen a los dos lados y podrán ser removidos más tarde.
A la primera presión, el das (aunque húmedo) no se pega a las bóvedas que aún están secas y polvorientas. Sin embargo, si la operación se repite más veces, algunas partes podrían levantarse y complicar notablemente el trabajo.
En fin, tiene que ir bien a la primera.
Para los acabados habrá que esperar que el das esté bien seco.
A la primera presión, el das (aunque húmedo) no se pega a las bóvedas que aún están secas y polvorientas. Sin embargo, si la operación se repite más veces, algunas partes podrían levantarse y complicar notablemente el trabajo.
En fin, tiene que ir bien a la primera.
Para los acabados habrá que esperar que el das esté bien seco.
Ahora las paredes y las bóvedas ya coinciden perfectamente, y están listas para ser barnizadas...
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