Ahora que el sótano está cerrado y la despensa para mi queda ya inalcanzable, resulta realmente complicado evitar que visitadores indeseados se acerquen a las reservas de alimentos.
Desde que coloqué las ánforas en su sitio, se convirtieron en el objetivo principal de las ratas, que en algunas ocasiones casi consiguieron tumbar una de ellas derramando el contenido sobre el suelo (a pesar de que estén cerradas con cola).
Por supuesto los eché, pero hay uno que no quiere rendirse y cada vez que miro la cantina lo encuentro ahí moviéndose furtivamente entre las sombras. Pude tomarle esta foto a escondidas desde la ventana:
Desde que coloqué las ánforas en su sitio, se convirtieron en el objetivo principal de las ratas, que en algunas ocasiones casi consiguieron tumbar una de ellas derramando el contenido sobre el suelo (a pesar de que estén cerradas con cola).
Por supuesto los eché, pero hay uno que no quiere rendirse y cada vez que miro la cantina lo encuentro ahí moviéndose furtivamente entre las sombras. Pude tomarle esta foto a escondidas desde la ventana:
Ahora bien, yo tengo muchas más cosas por hacer que no vigilar la bodega noche y día para protegerla de las ratas, así decidí solucionar el problema con un remedio simple y natural, muy indicado para una domus medieval: ¡un gato!
Un gran felino hambriento que vaya vigilando por mi incluso cuando los trabajadores no están y que auyente a los roedores de la cantina.
Un gran felino hambriento que vaya vigilando por mi incluso cuando los trabajadores no están y que auyente a los roedores de la cantina.
Tras una breve búsqueda me dí cuenta de que es realmente difícil encontrar a un gato del tamaño correcto. Los que ví por ahí, metidos en la Domus podrían parecer osos...
Luego, de un callejón salió este gatito blanco y negro, y agitando ante sus narices una anchoa robada en la pescadería de al lado, conseguí que me siguiera hasta los subterráneos. Sin embargo aquí me dí cuenta de que aquellas manchas de pelo blanco le hacían demasiado visible también en la oscuridad, y las ratas son demasiado listas para descuidar de estos detalles. Con un rotulador negro aporté así unos pequeños cambios a mi mascota antes de dejarla a sus deberes.
Luego, de un callejón salió este gatito blanco y negro, y agitando ante sus narices una anchoa robada en la pescadería de al lado, conseguí que me siguiera hasta los subterráneos. Sin embargo aquí me dí cuenta de que aquellas manchas de pelo blanco le hacían demasiado visible también en la oscuridad, y las ratas son demasiado listas para descuidar de estos detalles. Con un rotulador negro aporté así unos pequeños cambios a mi mascota antes de dejarla a sus deberes.
Por si no se presentara ningún roedor, puse en un rincón una taza con un poco de pan y leche. El gatito no parece apreciarla mucho, pero si tuviera que pasar hambre estoy seguro de que me lo agradecerá.
Aquí está, en varias fotos que le hice mientras vigilaba atento la bodega...
Aquí está, en varias fotos que le hice mientras vigilaba atento la bodega...
Bueno, para los curiosos: la taza (ø3mm) es en realidad la mitad de una baya encontrada en el campo...
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